domingo, 29 de junio de 2014

"Muchos oficios tenia Perico..."

Desde niño me ha encantado el probar diferentes cosas e intentar realizar múltiples actividades para mejorar. Es decir, el ir variando mi día a día e intentar probar nuevas actividades a ver si me gustaban más o menos que las que realizaba. No soy de esas personas que prefieren o bien no arriesgar a probar algo nuevo o bien especializarse en una actividad para conseguir alcanzar un nuevo nivel de perfeccionamiento viabilidad.
Como he dicho no me convencen las dos opciones anteriores: ni la de situarte en una zona de confort, no la de obsesionarte por el perfeccionamiento. En este mundo hay muchísimas cosas que hacer y la vida nos demuestra que poco tiempo para ello, por lo que considero más divertido el tratar de “aventurarse”. A las personas que piensan como yo en mi junventud se les aplicaba la denominación de “culos inquietos”.
En plan generalista los apartados anteriores quedan bien, pero sin “sustancia”. ¿A que le aplicamos el probar diferentes actividades? Cuando somos jóvenes probablemente a las aficiones. Nosotros a su edad y hoy en algunos casos de forma enfermiza, podemos ver como muchos padres “persiguen” a sus hijos/as para que sean el nuevo “Messi” (como no futbolista), la nueva “Sharapova” (para que negarlo es más fashion que las Williams), etc. Evidentemente y en la situación económica familiar actual, la especialización es necesaria. Así como es relativamente barato hacer fútbol (un balón hay en cualquier sitio), no es lo mismo hacer golf o hípica, por lo que no podemos ir testando cada dos meses hasta encontrar el deporte en el que nuestros hijos puedan destacar.
Retrocediendo de nuevos unos años, en mi juventud, me dediqué a variar continuamente de aficiones: futbol, rugby, judo, natación, baloncesto, cricket, beisbol o  guitarra (menos agresiva que las anteriores, me vino muy bien en aquellas tardes de salida en grupo). Ya de menos joven, seguí probando nuevas aficiones por necesidad. Está claro que en el caso de los deportes, el tiempo hace que ciertas actividades que de jóvenes podíamos hacer sin complicaciones, posteriormente resulten verdaderamente complicadas. Nadie corre igual a los 20 años que a los 50.

En mi mocedad nuestros padres también querían que fuésemos futbolistas y mi padre al verme saltar de un deporte a otro, de vez en cuando solía “soltarme” hirientemente la siguiente frase: “Muchos oficios tenía Perico y ninguno le hizo rico”.
Yo odiaba a muerte la situación. Delante de mí padre en la mayoría de las ocasiones agachaba un poco la cabeza y no respondía nada, lo que a él en general le parecía un asentimiento tácito por mi parte. La verdad es que era incapaz de encontrar la frase adecuada para rebatir su opinión sobre mi persona. Quería decirle algo ingenioso y ganarle la batalla dialéctica, pero las veces que le intentaba dar una explicación similar a la de los párrafos anteriores me salían frases endebles y sin consistencia. Siempre salía perdiendo. Yo lo que necesitaba era una frase corta como la suya que me diera el KO técnico de la conversación. JAMAS LO CONSEGUÍ.
A partir de los 18 años la inquietud de saltar de afición en afición, la tuve que aplicar a la vida laboral. Me fui a estudiar a Bilbao. En aquel entonces, no existía Ingeniería Industrial en Navarra y Bilbao tenía muy buena fama. Para pagarme la carrera, alojamiento, etc. fue necesario el que me pusiera a trabajar. Lo que en el campo de las aficiones era optativo, en el campo laboral se hizo obligatorio. Trabajé de peón de albañil, de obrero en la “cadena” de empresas de producción industrial, de profesor particular, de camarero y de impresor (seguro que me dejo algo). En resumidas cuentas, en todo aquello para lo que no se necesitaba especial capacitación, me admitiesen y pudiese sacar algo de dinero.  
Cuando acabé la carrera y empecé a trabajar, mi virus interno de “culo inquieto”, volvió a aparecer y a lo largo de mi vida laboral, fuí necesitando el cambiar de tipo de empresa (industrial/servicios), el cambiar de sector (telco, automoción, TIC, etc.), de propiedad (Público/Privada) y de otro tipo de diferencias. En mi caso creo firmemente que fue positivo y que me ha hecho conocer a muchos grandes profesionales de los que he aprendido y han conseguido que sea mejor persona, mejor trabajador y mejor profesional.
De vez en cuando reflexiono sobre esto último con más pena que gloria cuando veo lo que la situación económica en la que nos encontramos ha hecho con muchas personas y desgraciadamente muchos de ellos conocidos.  Personas que a lo largo de los años habían encontrado su zona de confort o su zona de especialización, y la llegada de la crisis les ha arrebatado o una u otra, debido a la cantidad de empresas que o bien han recortado su personal o bien han cerrado.
Prácticamente cada semana recibo la llamada de un antiguo conocido cuyo perfil era “A” y en la actualidad no le queda más remedio que ser “B”. Como han cambiado los anuncios y las entrevistas de selección de personal, en donde “lo que se busca” de los candidatos es que sean: polivalentes, capaces de participar en la gestión del cambio y adquirir rápido la gestión del conocimiento de la nueva empresa. Por supuesto con flexibilidad, disponibilidad para viajar, etc.
Recuerdo las entrevistas de selección de personal que hacía mi amigo Oscar Matellanes, en donde dirigiéndose al candidato resumía todo lo anterior en una sencilla pregunta con “mucha miga”: ¿Tiene usted 10 años de experiencia en el puesto que ocupa o 1 año de experiencia repetido 10 veces?

Desgraciadamente, mi padre falleció hace unos años y la vida no me va a dar la oportunidad de tenerlo delante una vez más para repetir aquellas situaciones, en donde él, mirándome a los ojos me decía: Nicolás, “muchos oficios tenía Perico y ninguno le hizo rico”. Han sido necesarios más de 30 años para que fuese capaz de levantar los ojos, devolverle la mirada y responderle con cariño: “Pero tampoco más pobre”.

sábado, 21 de junio de 2014

Conceptos Sencillos



El otro días estando de tertulia de sobremesa con unos amigos y habiéndosenos acabado el tema de fútbol (actuación de España en el mundial), nos dio por abordar uno de esos temas intrascendentes sobre los que es fácil polemizar. Hay tres palabras o conceptos que solemos utilizar para calificar a terceros y a nosotros mismos y de los cuales me gustaría expresar lo que se comentó en nuestra tertulia y por supuesto que el tema da para más de lo que aquí se recoge.

CONOCIMIENTO

De los tres conceptos a priori, este es el más fácil de llegar a un consenso (aunque a veces saltan las sorpresas). Según Wikipedia: “Hechos o información adquiridos por un ser vivo a través de la experiencia o la educación, la comprensión teórica o práctica de un asunto referente a la realidad”.
Por supuesto cuando se debate sobre este tema, se considera que a la hora de valorar, se valora más positivamente el hecho de tener titulaciones y haber recibido formación reglada. Es decir: una persona puede llevar 20 años estudiando todo lo que encuentra sobre el uso del arco en la “Guerra de los 100 años”, pero si no tiene una titulación en letras al respecto, sus conocimientos se asociarán más a una afición que a ser un experto.
Otro ejemplo podría ser que puedes llevar 20 años en el mundo de la informática, pero sin titulación de algún tipo de Ingeniería, tus conocimientos en una entrevista de trabajo pueden llegar a ser de tercera fila.

CULTURA

Este concepto ya no es tan fácil de definir y por lo tanto de llegar a un acuerdo, siendo fácil que en la susodicha charla de sobremesa aparezcan controversias entre los comensales.
Afirma lo que digo, el hecho de que si miramos en Wikipedia nos encontramos con que Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn en 1952 compilaron 164 definiciones del concepto cultura.
A pesar de lo anterior Wikipedia da algunas definiciones, como: “Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades”.
Ya empezamos a liarla. De lo anterior se deduce que ningún conocimiento que adquiramos a través de las titulaciones de lo que en nuestros tiempos llamábamos “Carreras de Ciencias”, nos va a aportar ni un gramo de cultura. Podremos tener muchos conocimientos, pero nada de cultura.
Está claro que para que nuestra personalidad no sólo sea un saco de conocimientos y de que por mucho que un joven quiera estudiar Medicina o Ingenieria, se nos tiene que dotar de un halo de cultura que se nos trasmite por lo visto a través de las asignaturas que recibimos en el bachillerato. ¿Pero es suficiente? ¿Podemos decir que ya somos cultos con esos “conocimientos” de humanidades? ¿Es poca o mucha excelencia?
Debe ser que el factor diferencial está en la palabra “gusto” de la definición de Wikipedia. ¿A cuántos de los que hemos estudiado esas artes y humanidades se nos ha quedado un “buen gusto” en vez de un “regusto amargo”?
Y claro profundizando en el concepto, ¿cómo se nos mide el nivel de cultura? ¿En función de que humanidad? ¿Lectura? ¿Poesía? ¿Pintura? ¿Filosofía? ¿Escultura? ¿Música? Y el nivel, ¿va por número de horas de lectura, contemplación de cuadros o escucha de música?
Siguiendo con la medición de nivel, para ser culto ¿lo tienes que ser en obras y personajes conocidos? ¿Cuánto puntúan el conocer La Gioconda, Picasso, Bach o Fedor Dostoievski? ¿Qué virtudes tienen que poseer las obras y personajes para entrar en la lista de cultura?
Porque no todo vale en humanidades. No debe ser lo mismo escuchar a Beethoven que a Lady Gaga. Tampoco debe ser lo mismo leer “Mortadelo y Filemon” que “100 años de soledad”. ¿Cómo se clasifica y que puntuación obtienen a los que les gusta Dire Straits, “El jueves” y el graffiti de la M-40?
Quizás, es que de forma análoga al término siguiente en donde está claro que existe la buena y la mala educación debiéramos  trabajar los aspectos de “buena cultura” y “mala cultura”. Sobre todo porqué después de lo dicho anteriormente yo no me atrevo a utilizar el término “inculto”.

EDUCACIÓN

Aunque podríamos haber escrito más párrafos (quizás otro día) sobre los dos conceptos anteriores, pasaremos al último: la educación. 
Así como nos es difícil definir qué es la cultura y que es ser culto, cuando mencionas dichos términos la conversación acaba por enfocarse. Sin embargo cuando hablas de educación, tienes que orientar la charla de origen hacia una de las posibles connotaciones del vocablo. ¿Vamos a hablar de educación orientada a conocimientos? ¿entonces volveríamos al primer concepto? ¿Educación privada vs Pública?. No lo que queremos en nuestra tertulia es comentar el concepto de ser educado.
Imaginad si debe ser difícil que no he conseguido encontrar de forma ágil una definición (ni en Wikipedia). Para abordar el concepto, nos tenemos que basar en los términos comportamiento y civismo (según Wikipedia).
·         “El comportamiento es la manera de proceder que tienen las personas u organismos, en relación con su entorno o mundo de estímulos. El comportamiento puede ser consciente o inconsciente, voluntario o involuntario, público o privado, según las circunstancias que lo afecten”
·         “El civismo se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en colectividad”
El charlar en nuestra sobremesa sobre el concepto de educación (buena/mala) deriva por dos derroteros. El primero como en el caso de “Conocimiento” y “Cultura” por la forma de adquirirla y de medirla. El segundo y más divertido al relacionarla con las otras dos.
En el aspecto de adquirirla, parece ser que todo el mundo opina que es o debe ser a través de los padres y de los centros de formación, principalmente en nuestra tierna infancia y en nuestra temprana juventud. Si es así, todos los tertulianos llegamos a la misma conclusión: lo estamos haciendo muy mal. No nos parece bien que a pesar de cómo a los padres y a las escuelas, colegios e institutos se nos llena la boca al hablar de valores, la realidad de nuestros días no es que tengamos en este país una sociedad excelente en cuanto a educación. Por supuesto existen honrosas (y escasas excepciones), pero son difíciles de percibir en nuestro vulgar y corriente día a día.
Lo que si parece es que hay una relación directa entre los medios de transporte y la educación (a nuestro entender la mala educación). Nos encuentramos/cruzamos todos los días con gente que no sabemos si tendrán o no cultura, pero que podemos asumir que tienen ciertos conocimientos y a los tertulianos nos parecío increíble los actos que vemos.
Personas que van en sentido contrarío por ahorrarse unos metros y no dar la vuelta a la manzana para entrar correctamente a su garaje. O bien que análogamente al caso anterior circulan en sentido contrario por los parkings de centro comerciales para ser más “listos” que el que se dirige a la plaza libre por los carriles correctos.
Otros ejemplos derivados de las conversaciones con mi madre (cerca de los 80 años), son la cantidad de jóvenes que NO se levantan de su asiento en los autobuses urbanos ni en el metro para dejarles su plaza cuando ven a una mujer embarazada (quizás dicotomías machismo/feminismo) o a una persona mayor (no sé qué dicotomía se aplica en este caso).
En cuanto al segundo apartado de cómo ligar el concepto de buena educación a los de conocimiento y cultura, me viene a la memoria unas queridas conversaciones con mi ya tristemente fallecida abuela que quizá hayan sido la semilla de este artículo. No entendía la buena mujer como en su día a día se encontraba con muchos jóvenes que iban a estudiar y se comportaban tan mal educadamente. Yo no me cansaba de repetirle los conocimientos y la buena educación eran una cosa diferente.

CONCLUSIÓN

Como remate de nuestra tertulia (ya iba siendo hora de abandonar la mesa), los allí presentes coincidimos en que es bueno que las personas de este país intentemos tener más conocimientos y probablemente ser más cultos, pero que nos sería bastante más útil (quizás más vulgar) el que a lo largo de nuestro día a día nos comportásemos mejor con nuestros compañeros vecinos (e incluso desconocidos), diésemos las gracias cuando nos ayudan en algo y pidiésemos perdón cuando metemos la pata. Lo curioso de ambos caso es que el realizar estas acciones, no nos iba a costar nada. Ambas son gratis
Me acuerdo con nostalgia de aquellos días en que tomaba apuntes y utilizaba la abreviatura c.q.d. y queriendo usarla una vez más terminaré que de lo comentado en este articulo parece ser que c.q.d. (como queríamos demostrar) los términos conocimiento, cultura y educación (buena/mala), no tienen ninguna dependencia entre ellos.